Me niego rotundamente
a seguir con los círculos.
Los círculos y yo tenemos una relación puramente estática.
Ellos se parecen a mi no en la forma
sino en el vacío.
Ellos mentan mi nombre para reírse
en sus reuniones
y beben hasta que la lengua
se les pone lacia
y miran mi rostro esperando
la mueca de antaño.
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