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lunes, 29 de abril de 2013


Tengo una madre adoptiva que me entierra sus uñas acrílicas sin querer en la espalda y que niega su filiación sanguínea conmigo. Me dice que me cuide, cuando de noche los gatos son sombras que cruzan las avenidas infectadas, venéreas, oscuras. Mi madre adoptiva no me sabe preparar la leche sin narcóticos y cuando la conocí estaba rodeada de humo y de primas mas feas que ella. A ratos la deseo ordenando mi pieza, antes que se descuelgue la peluca color caoba oscuro de la cabeza y se saque los adornos que le permiten alimentarme. Mi madre adoptiva está preocupada por mi, pero nunca la he visto rezar. Cuando tengo pena me pongo a llorar en su pecho y descubro que es de mentira, fabricado en serie, a kilómetros de nuestra casa, en una industria contaminada por los gases que salen de la fundición de poliestileno, por unas manitos mas chicas y mas hambrientas que las nuestras. Ese día mi madre se veía aún mas triste que las otras veces. Coincidimos en el tránsito despreocupado por la calle, en el devenir noctámbulo de nuestras pasiones. Se asustó cuando me vio, comprendió que su oficio nunca fue un secreto. Mi madre no está preocupada por mi actitud ni intenta mejorar mis enfermedades, me dijo que me faltaban pocas cuadras para llegar, pero no me dijo cómo volver. Mi madre adoptiva se asemeja a un ángel solo en el brillo de la cosmética barata con que tapa su hombría. Ella es mas hombre que yo y me lo hace notar, cuando arregla los artefactos que se descomponen en la casa. Le tengo miedo a mi madre adoptiva, porque sólo la veo de noche, cuando ya dejo de contenerme las ganas y procuro hacer de la noche mi traje para parecerme a ella.

sábado, 27 de abril de 2013


Hay veces en que recurro a la violencia para hacerlo parte del quehacer nacional, necesito sentirlo en la recurrencia de mis calles, en mis transbordos, en mi brutal necesidad de arrojo, y el espera que (yo) vuelva, acariciando cualquier otra cosa mientras mira de espaldas al país. Hemos permitido que se cuele una cantidad enorme y peligrosa de sinsabores y sin embargo presentamos idénticas características composicionales, las manchas, las deformidades, lo anacrónico que resulta tocarnos las manos, cuando hay tanto material que se desprende de nuestro cuerpo, y que marca el camino de vuelta, cuando nos perdemos por los bosques que circundan la parcela. Él se ha dedicado a memorizarme completamente. Hace esfuerzos tremendos por reproducirme idéntico en su cabeza y no logra dejar de parcelar por pedazos mi imagen llevando sólo la zona de mis ojos, iluminados por la ventana en la mañana, a su cabeza. Hace tiempo no nos vemos con los ojos abiertos. Nos mantuvimos en un relevo innecesario, escondidos durante horas en diferentes comunas. La gente comenzó a morir de manera paulatina y permanecimos, siempre, subyugados el uno del otro.

jueves, 25 de abril de 2013


La orilla de la playa con moscas a la hora en que las señoras toman el té, abrigadas hasta la cintura de la cara con bufandas tejidas artesanales azules. Está cansado de caminar por la orilla de la playa, resbalándose por las piedras húmedas, llenas de algas viscosas y de caracoles marinos secos por el sol. Hay momentos en que se rompe los pies y la sangre escurre hacia el agua y la arena intenta internarse en la materia carnal de su cuerpo, pero no puede. Desde el inicio al fin del trayecto hay treinta y cuatro kilómetros. De la casa, sale humo, un humo espeso. Puedo ver que tiene sed, por la forma en que se moja los labios con la lengua, haciendo circunferencias de saliva al rededor de la boca. Las moscas le asustan un poco. El olor de las cañerías que devuelven al mar la basura orgánica con shampoo, jabón y otros productos de limpieza, le provocan unas nauseas insoportables. No puede creer que tenga que hacer, diariamente ese viaje, solo para ver a su madre decirle que lo quiere un poco y que necesita cierta clase de artículos infabricables por su obligada composición industrial. No entiende el objetivo de esta contienda. No es capaz de buscar un recodo que lo lleve lejos, un clima menos impredecible, una mascarilla y unos zapatos. Frente a la puerta de la casa, el olor a humo lo detiene.

Este malestar en los hombros, hundido, por la comisura de la clavícula, alejado por unos cuantos centímetros de la primera costilla, entre el lunar numero 24 de mi constelación, a la altura de la erupción numero 4, no se borra ya con saliva, ni con humedad de babosa, ni con movimientos extraños, voraces, veloces, no.

domingo, 21 de abril de 2013


He permanecido bajo el agua durante al menos dos década y aún soy incapaz de conocer meticulosamente el movimiento de la luz reflectada en mis rodillas. Sigamos así, estáticos, convertidos en una maraña de enajenamiento y de irreverencia, hasta que seamos parte de este líquido y podamos fluir, cada uno por su cauce, hasta el otro.

lunes, 15 de abril de 2013


No me dejas dormir Recurro a pensar que te divierten las autopistas, desde lo alto allá lejos, donde andas, quizás sin zapatos y con un poco de pena y acá, celebramos sahumerios acusándote de la mala suerte que nos toca. tengo miedo de que te olvides de tomar el metro tren tengo miedo de los rieles fármacos, siluetas tengo miedo de recogerte los pedazos y que me obligues a crecer en tan poco tiempo

jueves, 4 de abril de 2013


Disimular un espacio extendido que no existe para asi esconder la intimidad de nuestras miradas. ¿el cielo está rojo o está azul? no despegarse no. no hacerlo no. mantener los brazos perpendiculares al cuerpo, apuntando hacia el norte siempre para evitar la calidez de un roce, para no permitir la idea del acercamiento, y así, negar por siempre las pautas que antes nos tuvieron rotas las uñas. Me quedo abajo de la luz mucho mas del tiempo necesario llego para esconderme me pongo en silencio para rodar entre este espacio que se esfuerza por arrancarme de mi zona segura para entregarme sin mas a las hormigas que en tropel me llevaran lejos, donde no pertenezco.

Nos hemos abocado a creer que el progreso es un carnet de identidad de plástico, un lector de huellas dactilares en los cajeros automatizados repartidos, casi sin variaciones importantes, cada dos esquinas de la ciudad. Nos olvidamos de ejercer el derecho no institucionalizado de soñar, y construimos una herramienta inteligente que es capaz de cortar toneladas de madera en cinco minutos. La vida se nos ha tornado rápida y violenta. El sexo ralo y flojo. La muerte terrible e inesperada. Las colaciones insípidas y pequeñas. Cuando te quiero ver me arrepiento porque no quiero que me veas. He comprendido todo.

martes, 2 de abril de 2013


Oye no te da asko mirarte al espejo y verte esos granos kuliaos wm :s que asko ctmre contigo esta comprobado ke el piko no tiene ojos No <3 mi cuerpo es mi cuerpo, la gente inteligente puede obviar esos detalles y no intenta buscar un cuerpo canonizado, ni un cuerpo armónico, ni un cuerpo apto para la tele (osea, plastico y de mentira) La gente inteligente es capaz de darse cuenta de la cantidad diferente de cuerpos que existen y no intentan hegemonizar un ideal de belleza estupido y anticuado. (si hay palabras que no entiendes pregúntamelas, son mas bonitas las preguntas con contenido) me mandaron esa pregunta // hay mas de una forma de escribir
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