Este malestar en los hombros, hundido, por la comisura de la clavícula, alejado por unos cuantos centímetros de la primera costilla, entre el lunar numero 24 de mi constelación, a la altura de la erupción numero 4, no se borra ya con saliva, ni con humedad de babosa, ni con movimientos extraños, voraces, veloces, no.
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