Ha estado lloviendo por doscientos años en todo el territorio y ni siquiera el tedio de este encierro a la fuerza , ni siquiera entre estas paredes hemos pronunciado palabras. El silencio se nos instaló como una costumbre irreconciliable y ahora nos abre pequeños círculos en la espalda, toda esta tri-continentalidad está descolorando las murallas, toda esta agua sobre la carne llamando a las larvas a humedecerse, parecemos un refugio sin tiempo.
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