lega un un punto donde estamos todos ensayando suturas en algún quirófano periférico y nos turnamos la piel, un préstamo para adquirir experiencia y dentro de esta clandestinidad somos pares, tenemos todos las misma sombra al rededor de los ojos, la misma manera sangrar cuando entra la aguja y sale y entra y sale, sería todo mas fácil con algodón, o con alcohol, o con una herida verdadera, sería demasiado simple si no tuviéramos que mordernos para tener una excusa y enterrarnos la aguja y ver salir la sangre y aguantarnos los gritos y las palpitaciones y los suspiros y la infinidad de recuerdos de heridas anteriores.
nos clasificamos como presa y a destajo nos incorporamos
aprendí a dar un beso sosteniendo agujas y a limpiarme la sangre con la lengua.
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